ESTUVE PRESO Y FUERON A VERME (Mt 25,36)
Continuamos orando para que Dios en su infinita misericordia acoja a todas estas vidas humanas perdidas en esta tragedia tan dolorosa y reconforte los corazones de las familias que han sufrido la pérdida de su ser querido.
PASÓ DE SER ATLETA OLÍMPICO A SACERDOTE DIRECTOR DE VOCACIONES
El director de vocaciones de la diócesis de Rockville Centre en Nueva York (Estados Unidos), P. Joe Fitzgerald, fue un atleta que compitió en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, pero que hoy se dedica a guiar a aquellos que han sentido el llamado al sacerdocio. “Estoy muy feliz con la decisión que tomé. En mi partido final de balonmano marqué ocho goles y nunca miré atrás. Estoy totalmente en paz con haber dejado el deporte y buscar el sacerdocio. Hay algo en mi vocación que nunca podría haber logrado con el balonmano o en cualquier otro deporte”, aseguró.
“La vida de un sacerdote, bien vivida, es muy satisfactoria porque el sacerdocio es, como decía San Juan María Vianney, el amor del corazón de Jesús”, agregó.
Con respecto a la preparación que deben tener los atletas que participarán en las Olimpiadas Río 2016 explicó que a pesar de todo el trabajo realizado, “las prácticas, las pruebas y las medallas no definen quiénes son. Su más grande título, sin importar las medallas que puedan ganar, es ser un hijo de Dios. Sabiendo esto, deben competir, no para su propia gloria, sino para la gloria de Dios”.
“Me hubiera gustado haber entendido esto mucho antes, pero tomé demasiado en serio el deporte y a mí mismo”, agregó.
El P. Fitzgerald formaba parte del equipo de balonmano de Estados Unidos junto a su hermano Thomas. Viajaron a decenas de países para las competencias y regresaron a casa tras participar en el escenario deportivo más grande del mundo en Atlanta 1996.
El presbítero considera que el primer paso esencial para escuchar la llamada de Dios es “apagar la tecnología” y entrar en “una cultura de silencio”.
“No podemos rezar bien o incluso pensar bien cuando el ruido distrae nuestra atención a cada paso. Es muy fácil que nuestro tiempo se sature de todo tipo de información inútil que nos impide entrar en un diálogo con Dios”, aseguró.
En su opinión, la relación de una persona con Dios debe ser “reforzada por la Eucaristía, las Sagradas Escrituras y la adoración eucarística”.
Finalmente dijo que se debe estar cerca de aquellos que viven la vocación que uno está considerando. “Hay que ver de cerca lo que es aquella posible vocación, en mi caso fue estar cerca de los sacerdotes y ver lo que hacían diariamente en la Iglesia”, resaltó.
INPEC DEBE BUSCAR LOCAL PARA PRESOS QUE ESTÁN HACINADOS EN JERICÓ
Mientras se resuelve el hacinamiento que llega al 188 por ciento en la cárcel de Jericó (Antioquia), la Corte Constitucional le ordenó al Inpec y a la Gobernación de Antioquia que en un plazo de tres meses encuentren y arrienden un local donde puedan ser recluidos algunos.
La tutela de la Corte pide realizar una reunión para definir el tema entre el Inpec, la Gobernación y los alcaldes de municipales de Jericó, Pueblorrico y Tarso.
"Esto, con el fin de llegar a un acuerdo respecto de la búsqueda y el arrendamiento de un local donde puedan ser recluidos algunos internos en condiciones de dignidad humana, seguridad y espacio adecuado, mientras se adecúa una nueva planta física acorde a la capacidad del penal", dijo.
Según los magistrados esta es la medida que se debe acatar, a menos que encuentren otra solución que "asegure el goce efectivo de los derechos tutelados y no imponga cargas, limitaciones o restricciones adicionales sobre estos u otros derechos fundamentales".
Al tiempo, dicho organismos deberán acordar el aporte económico que deben hacer los entes territoriales para la ejecución del proyecto que finalmente sea escogido.
Además, ordenó al Ministerio de Hacienda, al Ministerio de Justicia, al Departamento Nacional de Planeación y al Inpec que en la siguiente vigencia presupuestal realicen las gestiones necesarias "con el fin de iniciar las obras de infraestructura requeridas para eliminar el problema de sobrecupo carcelario que presenta el Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Jericó, Antioquia".
Se trata del estudio de una tutela proferida por un Juzgado de Jericó del 27 de mayo de 2013, en la que ordenó que no se recibieran más internos en dicho penal porque había superado la capacidad.
La Corte consideró "desproporcionado e irracional" pedirle a los jueces que sigan dicha disposición ya que por autonomía judicial no se puede pedir que no impongan medidas de aseguramiento por sentencias condenatorias a personas responsables de delitos.
Por eso, la solución más adecuada, a su juicio, era no impedir enviar más personas a prisión sino que se encuentre un sitio alternativo para recibirlas.
EL PELIGRO DE ESTAR TRAS LAS REJAS EN COLOMBIA
A pesar de que las cárceles tienen capacidad para albergar a 76.066 presos, actualmente hay 120.387.
Estar tras las rejas en Colombia se ha convertido, como la novela del Nobel Gabriel García Márquez, en una crónica de muerte anunciada, y así lo demuestra el incendio de esta semana en la cárcel Modelo de Barranquilla que le costó la vida a diez reclusos y heridas a 42 más.
“UNA PERSONA MENOS POR CELDA”: HACINAMIENTO Y REFORMA PENITENCIARIA
La anunciada y recién aprobada reforma del Código Penitenciario tiene algunos aciertos pero no pasa de ser un paño de agua tibia frente a la magnitud del hacinamiento en nuestras cárceles.
Libardo José Ariza* - Julián Martín Berrio**
Un logro pírrico
Hace algunos meses la Cárcel Modelo de Bogotá alcanzó su máximo de ocupación histórica: cerca de ocho mil personas se encontraban encerradas en un establecimiento con capacidad para 2.850 reclusos. Con la intervención de la Juez 56 Penal del Circuito de Bogotá, que ordenó la suspensión de ingresos de nuevos reclusos, y con la postura firme por parte de la dirección del establecimiento que recibe solo un número de internos proporcional al que retorna a la libertad, La Modelo ha reducido su población a cerca de cinco mil personas.
DELINCUENTE, ADICTO Y ASESINO TEMIDO.¡REZANDO EL PADRE NUESTRO SE TRANSFORMÓ!
TESTIMONIO:
Nalo Quiroz vagó por las calles de Medellín por muchos años. La sed de
venganza por la muerte de sus hermanos, la violencia y las drogas
fueron sus motivos de lucha, hasta que en la cárcel, alguien lo rescató.
Durante catorce años Nalo Enrique Quiroz permaneció recluido en la
penitenciaría La Dorada, de Colombia. Allí pudo aprender en sí mismo el
bello y transformador impacto del perdón, y decidió compartirlo desde
Portaluz.
“A los 17 años escogí mal los caminos y conviví con la delincuencia. Fui
jefe de una banda y tuve muchos problemas. Yo era un peligro, robaba
y con los amigos que tenía, hicimos bastantes maldades. La verdad es
que no me enorgullezco, estoy muy arrepentido de haber hecho tanto
daño, de lo equivocado que estaba”.
Peligroso asaltante y asesino sin piedad
Nacido en la andina ciudad de Itaguí, cercana a Medellín, Nalo recuerda
que el punto de quiebre con la familia y la sociedad ocurrió en su
adolescencia. Dejó su afición al futbol y se dejó arrastrar por algunos de
sus hermanos hacia el mundo de la delincuencia pandillera. “Cada vez
que asaltaba, me drogaba y tenía el aliciente de sentir la adrenalina
para conseguir los fondos. No me importaba lo que me tocara hacer,
siempre pensé en conseguir dinero”.
El vagar por las calles y sembrar miedo se tornó en un nuevo
pasatiempo para el precoz delincuente que ignoraba, adicto a su nuevo
estatus de hombre con arma, todas las enseñanzas de sus padres. “Mi
familia era muy humilde, muy pobre, ellos me enseñaron valores, a
respetar, a trabajar, a ganarme las cosas honradamente, a no dañar a
nadie. Éramos pobres y no podíamos tener buenas cosas, y aun así,
nunca recibieron lo que yo me robaba. Me lo gastaba todo con los
amigos, lo invertía en armas, para seguir haciendo daño, para seguir
molestando”.
Avergonzado y aunque han transcurrido años, se emociona al contarnos
que durante un atraco, “llegué a quitarle la vida a otro ser humano; ¡y
no me siento orgulloso de eso, vivo muy arrepentido!”. Cruzar este
límite lo disparó hacia un camino de violencias e inmoralidad que incluso
hoy, por respeto a la salud espiritual que le ha sido regalada, evita
siquiera mencionar. Dice sí, que en tiempos donde brillaban las mafias
de los carteles narcotraficantes en Colombia, desechó todas las
propuestas que le hicieron para trabajar al servicio de Pablo Escobar,
Rodríguez Gacha o los hermanos Ochoa. “A mí me gustaba robar”,
sentencia. Arriesgando la vida propia y de otros, siempre al límite,
disputando territorios con otras pandillas, sus hermanos fueron
asesinados y Nalo juró vengar sus muertes. Vengar a los que se ama es
una cuestión de honor, una regla de oro en el hampa delictiva, nos dice.
Hecho polvo pudo renacer
No temía matar con sus propias manos y arriesgar su vida, el dolor, el
honor y la rabia pesaban más. Sin embargo, fue capturado por la
policía, frustrando todo el plan urdido para eliminar a los asesinos de
sus hermanos. “Cuando entré a la cárcel andaba muy arrebatado, día y
noche, de un sitio a otro, angustiado, ansiaba salir. Pero salió la
sentencia y estaba ya cerrado el camino… me condenaron por un robo y
por porte ilegal de armas blancas”.
Decir que los días, pero en especial las noches, eran un infierno en aquél
lugar es un tópico que Nalo también padeció. “Aislado me sentía
entonces destinado para el olvido”. Y se quebró. El pandillero fiero
estaba sólo… repasando una y otra vez en su mente, dice, el sin sentido
de su historia. “Dios no me dejaba tranquilo y comenzó a cambiar mi
forma de vida, y yo, a dejar lo vicios; lloraba mucho y le pedía
arrepentido, de corazón, que llenara mi vida, me transformara. No
quería seguir siendo esclavo de la droga y con ese odio que mantenía. El
Señor pudo aparecer y cambiarme. Me dio esa paz interior, esa
fortaleza. No fue fácil, fue una lucha constante, de mucho tiempo, de
días, meses para dejar mis adicciones, pidiéndole a Dios”.
“Caminos de libertad”, la Fundación que sella el cambio
Nalo se alegra cuando recuerda la etapa de su vida iniciada con
la Fundación católica “Caminos de Libertad” . Debido a sus méritos, optó
a la rebaja de condena y pudo obtener la libertad condicional en febrero
de 2010. Fue entonces que los conoció, porque -por exigencia y ayuda
del sistema judicial colombiano- Nalo fue también apoyado con un
acompañamiento integral a la reinserción social desde la entidad
católica. “La ayuda de la Fundación fue cuando yo salí, con esa libertad
condicional, a empezar de nuevo en la calle. La verdad hubo muchas
pruebas, habían numerosos conocidos que sabían quién era yo, y que
me ofrecían nuevamente armas y cosas para seguir en la maldad. Todas
eran malas propuestas, las aparté, y no les hice caso. Yo tenía otro
pensamiento, protegido por Dios”.
Hoy, con 42 años, para este hombre… “es un orgullo decir que pude
salir de la droga y de elementos bien adictivos”. Se capacitó, trabaja y
“aunque tengo mis añitos”, dice, sigue jugando fútbol.
Al finalizar su diálogo con Portaluz y casi como un legado, Nalo vuelve a
recordar aquello que hizo de él un hombre nuevo: “La ayuda que yo
recibí vino de Dios, pues fue el Señor quien me dio el amor a la oración
del Padre Nuestro, que repetido sin descanso me regaló la gracia, la
fuerza, la capacidad de cambiar, de retroceder y volver al camino que
era cuando Él me creó, junto a mis seres queridos, disfrutar de la vida
sanamente”.
Ayudar es muy fácil